Concierto REAL FILHARMONÍA DE GALICIA en Vigo
La Real Filharmonía de Galicia llega con Territorios da entropía al Teatro Afundación Vigo, dentro de la Tempada de Abonos CLÁSICA Afundación 2024. Ese es el título del concierto que la orquesta da el 23 de febrero, dirigido por Sebastián Zinca y con la pianista Judith Jáuregui, una de las mejores intérpretes de piano del panorama actual.
Tus entradas a la venta en Ataquilla.com
Jáuregui y la RFG interpretan varias piezas, comenzando con aportaciones recentísimas al repertorio universal de la música clásica: piezas creadas por la compositora hispano-portuguesa Inés Badalo (Olivenza, 1989). Badalo está creando un corpus musical que ya ha sido interpretado en importantes festivales de todo el mundo por ensembles, solistas y orquestas.
PROGRAMA
TERRITORIOS DA ENTROPÍA
I
INÉS BADALO (1989)
Entropía
MANUEL DE FALLA (1876-1946)
Noches en los jardines de España (orq. Bética)
En el Generalife
Danza lejana
En los jardines de la Sierra de Córdoba
Judith Jáuregui, piano
II
JUAN CRISÓSTOMO ARRIAGA (1806-1826)
Sinfonía en Re mayor
Adagio–Allegro vivace
Andante
Minuetto
Allegro con moto
NOTAS AL CONCIERTO
INÉS BADALO (1989)
Entropía
Nacida en la localidad de Olivenza, la compositora Inés Badalo comenzó sus estudios musicales en el Conservatorio de Badajoz y, posteriormente, se trasladó a Lisboa, en cuya Escola Superior de Música obtuvo los títulos de guitarra y composición. En la actualidad está haciendo el Doctorado en Música y Musicología, especialidad de composición, en la Universidade de Évora. Su labor como creadora le permitió disfrutar de ambas becas de la Fundación Gulbenkian y del Ministerio de Cultura y ganar premios en Portugal, España, Italia y Francia. Hace pocos meses ha sido seleccionada para representar a Portugal en la Tribuna Internacional de Compositores de la UNESCO, que tuvo lugar en los Países Bajos. Diversos intérpretes dieron a conocer sus estrenos en escenarios fundamentalmente de la Península Ibérica, pero también de otros países europeos, asiáticos y americanos.
Una de las creaciones premiadas fue la que escuchamos hoy, con la que consiguió en el año 2017 el Prémio de Composição otorgado por la Sociedad Portuguesa de Autores / Antena 2. El estreno del que fue su debut en el género sinfónico se produjo el 7 de octubre de ese año en Lisboa, en el marco del Festival Jovens Músicos y de manos de la Orquesta Gulbenkian, dirigida por Nuno Coelho. El título Entropía parece reflejar el grado de desorden de un sistema que implica el propio término. A lo largo de toda la obra se van escuchando fragmentos musicales y sonidos, aparentemente distribuidos de cualquier forma, que continuamente van siendo ordenados y retoman el desorden, siguiendo una estructura equilibrada y meticulosa. Según la autora, «en superficie se crea la imagen de una sensación de aleatoriedad, pero en realidad es el fruto de un estricto orden latente en su interior».
MANUEL DE FALLA (1876-1946)
Noches en los jardines de España
En los primeros años del siglo XX, en París se fueron juntando algunos de los músicos, escritores, pintores y coreógrafos más importantes del mundo hasta convertir la ciudad en el centro más importante de la cultura en Europa. Atraído por este panorama y decepcionado por no poder estrenar la ópera La vida breve en el Teatro Real, Falla decidió, en 1907, marchar a la capital francesa, donde permanecería durante siete años. La estancia le sirvió para entablar amistad con destacados autores e intérpretes y, a pesar de sus dificultades económicas, fue un periodo fundamental en su carrera («por lo que se refiere a mi oficio, mi patria es París. De no ser por París, yo tendría que haber abandonado la composición y dedicarme a dar lecciones para poder vivir»). Cuando en agosto de 1914 Alemania le declaró la guerra a Francia y estalló la Primera Guerra Mundial, el compositor gaditano decidió regresar a España.
Una de las obras en las que estaba trabajando al dejar París era lo que empezó siendo un conjunto de nocturnos y que, por sugerencia de Isaac Albéniz y el pianista Ricardo Viñes, dio lugar a una partitura para piano y orquesta dedicada a éste último, que recibió el nombre de Noches en los jardines de España. Tras concluirla en el verano de 1915, durante una estancia en casa del pintor Santiago Rusiñol en Sitges, fue presentada en el madrileño Teatro Real el 9 de abril de 1916 con la Orquesta Sinfónica de Madrid, Enrique Fernández Arbós en la dirección y José Cubiles como solista. Se trata de tres «impresiones sinfónicas» (como las describió el autor) que evocan ambos jardines españoles y cuyo origen se intentó buscar en diversas fuentes pictóricas y literarias. Son páginas profundamente evocadoras que unen ideas temáticas, armonías y ritmos típicamente españoles con una orquestación y una tímbrica características del impresionismo francés. El piano, delicadamente integrado en el tejido sinfónico, consigue recrear el color y la belleza de los cuadros sugeridos. El primer nocturno, En el Generalife, comienza con una enigmática introducción orquestal y el piano refuerza la atmósfera etérea y soñadora, que solo se altera en la sección central, en compás de 3/4. La Danza lejana remite a un jardín no especificado, a lo mejor imaginario, con un aire de baile lánguido y tranquilo. Un pasaje en octavas que evoca un taconeo, enlaza con En los jardines de la Sierra de Córdoba. Aquí, la danza gana ritmo y vigorosidad, como una zambra de inspiración flamenca que se va desvaneciendo hasta llegar a un delicado pianissimo.
JUAN CRISÓSTOMO DE ARRIAGA (1806-1826)
Sinfonía en re mayor
El prematuro fallecimiento de Arriaga, cuando aún no había cumplido los veinte años de vida, truncó una prometedora carrera, que, sin embargo, aún pudo incluir un buen número de obras de gran calidad y belleza compuestas durante los años de formación. Nació en Bilbao, donde comenzó a estudiar música y a escribir sus primeras obras. Entre ellas destaca la ópera Los esclavos felices (1819-1820), basada en un libreto de Luciano Francisco Comella y de cuyo estreno no hay información. Lamentablemente, la partitura se perdió y no se conservan más que unas pocas partes. Las dotes que mostraba desde muy pequeño, le impulsaron a marchar a París el 26 de septiembre de 1821, cuando contaba con solo quince años, pero apenas quedan datos sobre su trayectoria en esta ciudad. Se sabe que, presentado por el célebre tenor Manuel García, ingresó en el conservatorio, donde tuvo como profesor de armonía a François-Joseph Fétis, de violín a Pierre Baillot y de contrapunto a Luigi Cherubini, director del centro. En este tiempo escribió obras maestras como los tres cuartetos de cuerda o la sinfonía, pero a finales de 1825 cayó enfermo y murió el 16 de enero de 1826.
No se conoce la fecha exacta de composición de esta sinfonía ―aunque se estima que fue escrita en 1824― ni cuando fue estrenada. Los primeros manuscritos incluían el título Sinfonía para gran orquesta, pero la obra no salió a la luz hasta que la Comisión Permanente Arriaga, de Bilbao, se hizo cargo de la edición en 1933. La primera interpretación de la que se tienen noticias data de 1888. En una época en la que el romanticismo ya se iba imponiendo en Europa, Arriaga se mantiene fiel a los modelos del clasicismo vienés. El primero de los cuatro movimientos se abre con un acorde solemne y una introducción lenta con diálogos entre las cuerdas y el viento madera, que enlaza con un Allegro vivace en forma sonata, basado en un tema que contrapone dos ideas y un segundo motivo, más melódico, derivado de él. El desarrollo y la reexposición dan paso a una resolución en re mayor que modula a re menor y a la stretta conclusiva. También sigue la forma sonata el Andante, donde un primer motivo tranquilo, presentado por las cuerdas, precede a otro de carácter lírico construido sobre un acompañamiento arpegiado. El tercer tempo es un Minuetto sencillo y vigoroso con un trío central de aire pastoral a cargo del vento madera. El final lo pone un Allegro con moto, rico desde el punto de vista contrapuntístico en el que contrastan dos temas, uno de gran inspiración melódica y otro con cierto aire de danza.
Sociedad Filarmónica de Vigo – M. Fernández